MEDICINA SOCIAL Y ENFERMEDADES SOCIALES.





                                  

                                                              MEDICINA SOCIAL.



La medicina social (MS) es el estudio de los aspectos sociales del proceso salud–enfermedad de las poblaciones. Al ser un campo del conocimiento (y no una disciplina científica), la MS recurre a las ciencias sociales (sociología, antropología, ciencia política, economía, filosofía), a las ciencias de la salud (epidemiología) y a las ciencias biomédicas para comprender la complejidad que entrañan los problemas de salud–enfermedad de los grupos sociales (UAM, 1975). Por tratarse de un campo multidisciplinario, la MS también recurre a diversas metodologías e instrumentos (estadística, etnografía; entrevista) para la generación de datos.

Como toda actividad científica, la MS es desarrollada por investigadores y programas académicos de posgrado que han conformado una corriente teórica que analiza los problemas de salud–enfermedad de las poblaciones con un enfoque que la distingue de la corriente denominada salud pública. De ahí que, con frecuencia, se haga referencia a la MS como una "corriente de pensamiento"; lo cual coincide con la distinción que se hace de las "corrientes" sociológicas; respecto a éstas, la MS ha optado por el materialismo histórico como referente teórico fundamental.

La MS ha delimitado su campo al configurar sus dos objetos de estudio; el primero es la forma en que el proceso salud–enfermedad se distribuye en las poblaciones e incluye los procesos sociales que determinan dicha distribución; el segundo objeto es la forma en que las sociedades buscan resolver sus problemas colectivos de salud mediante diferentes prácticas en salud y mediante las políticas sanitarias.1

La MS tiene como postulados teóricos que las condiciones de salud y enfermedad de los grupos humanos dependen de las modalidades con que cada formación social produce, distribuye y consume los satisfactores necesarios para su reproducción social. En ese sentido, las desigualdades en salud que presenta una sociedad son consecuencia del modo de producción vigente. En ese orden de ideas el proceso salud–enfermedad colectivo es histórico en sí mismo. Al mismo tiempo, tanto la práctica médica como las políticas en salud vigentes son resultado de complejos procesos de hegemonía y subordinación que también se derivan del modo de producción. Según la MS, los dos objetos de estudio mencionados tienen determinaciones económicas, políticas y culturales (Donnangelo y Pereira, 1976).

La MS se ha desarrollado en programas académicos y publicaciones especializadas en el campo, aunque también ha estado vinculada a movimientos sociales cuyas demandas incluyen la salud, y recientemente ha encontrado en las políticas públicas de gobiernos de centro–izquierda un importante campo de acción. En el presente trabajo se analizan los temas que han sido abordados por uno de los programas de posgrado más importantes de este campo científico en México y América Latina: la maestría en Medicina Social (MMS) de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) que recientemente cumplió treinta años. Para tal propósito se realizó una caracterización de la producción científica publicada en la revista Salud Problema que edita el programa académico mencionado.


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                                               ENFERMEDADES SOCIALES.



Cuando un conjunto de personas no obtiene de su medio físico la satisfacción de las necesidades en el orden material, sufre consecuencias que se expresan en el orden médico; tenemos allí una "población enferma". Cuando estas necesidades insatisfechas operan en el orden social, nos encontramos con una "sociedad enferma". A este tipo de patologías se las engloba dentro de lo que se llaman enfermedades sociales.


Estas enfermedades son producto de la crisis que vive una sociedad. En la actualidad, nos encontramos con una sociedad materialista, consumista e individualista en la que se han trastocado los valores. Esta "era del vacío" es la generadora de enfermedades, en donde el sujeto no encuentra salidas sanas y busca válvulas de escape en el alcohol, las drogas y muchas otras formas de auto agresión.

Entre las enfermedades sociales describiremos:


2. Alcoholismo


Es una enfermedad que supone una intoxicación con alcohol etílico en forma prolongada y habitual y una dificultad para dejar de beber.


Durante los períodos de intoxicación se presenta un deterioro de la actividad y un aumento de la irritabilidad y de la agresividad.


Esta enfermedad comienza con un exceso en la ingesta de alcohol. La tolerancia significa que la persona se va acostumbrando a beber cada vez más y necesita ir aumentando la cantidad para obtener los mismos efectos a medida que pasa el tiempo. Durante este proceso  el individuo puede seguir haciendo su trabajo sin que nadie note que ha bebido.


La dependencia psicológica se manifiesta en:


* Predominio de beber por encima de otras actividades.


* La bebida ocupa el primer plano en la vida del sujeto; el resto (familia, trabajo, recreación, etc.) ocupa un lugar secundario.


* Compulsión a beber, sin poder parar. En este momento no se da cuenta de que ya no controla la ingesta de la bebida, ya no puede detenerse y fracasa en cada uno de sus intentos de dejar de beber. Si consigue abandonar la bebida lo hace por un corto período, los síntomas de la abstinencia se presentan rápidamente y hay muchas probabilidades de que vuelva a beber.


* La máxima manifestación de la dependencia la representa la abstinencia. Esta se manifiesta a través de un malestar general, sensación de desazón, anhelo de beber, temblor de manos, vómitos, mareos, etc. que se calman con la primera gota de bebida. El delirium tremens es un estado psicótico agudo producido tras un cuadro de abstinencia repentina. Este cuadro comienza con un período de ansiedad, inquietud, incoordinación motora y finalmente, delirios y alucinaciones. (vive como si soñara despierto, se siente perseguido por animales e insectos). Esta sugestión lo lleva a sentir que su habitación se agrieta, el techo se derrumba; a estas sensaciones se le agregan: aumento de tensión, de la presión arterial, temblores, deshidratación; hasta que finalmente cae al suelo, presentando un cuadro del tipo epiléptico.


Un problema habitual del alcohólico es que no reconoce serlo. Las consecuencias que produce el exceso de alcohol son: trastornos en el sueño (que van desde insomnio hasta pesadillas), gastritis, pérdida del apetito, anemia, agitación, hipertensión, trastornos hepáticos y sexuales, epilepsias de origen tardío.


Entre los factores psicológicos encontramos: episodios de confusión, pérdida de la memoria, sensación de que la gente lo mira mal, que no lo comprende, dificultades para mantener relaciones estables (pareja, hijos, amigos, compañeros de trabajo)


Algunos factores sociales que se observan en el comportamiento del alcohólico son: desavenencias conyugales, violencia, accidentes en la carretera, pérdida del empleo por marcados ausentismos; en casos límites se ha observado el vagabundeo y el suicidio.


El alcohol es un depresor del sistema nervioso central, cuando su concentración en la sangre se eleva, puede producir depresión y paros respiratorios y por este camino, la muerte.

Los jóvenes que consumen alcohol tienden a deshinibirse y a ejecutar acciones que habitualmente les avergonzarían: cortejar a una chica, entablar un diálogo o enfrentar una situación difícil. En un primer momento el alcohol actúa como euforizante, da coraje, reduce tensiones, etc. pero su efecto posterior es inverso, provocando estados de tristeza, ansiedad y depresión. El uso y abuso del alcohol se asocia con problemas emocionales y sociales, aunque los hijos de padres alcohólicos tienen una alta predisposición genética al consumo.


El alcoholismo es una enfermedad que no se cura, pero sí se rehabilita. El tratamiento consiste en dietas de desintoxicación y especialmente terapias individuales y grupales tanto para el enfermo como para su grupo familiar, ya que todo alcohólico está inmerso en una familia que necesita ayuda.


3. Drogadicción


Droga es toda sustancia capaz de alterar el organismo y su acción psíquica la ejerce sobre la conducta, la percepción y la conciencia. La dependencia de la droga es el consumo excesivo, persistente y periódico de toda sustancia tóxica.


Existen cuatro características que definen la dependencia de la droga:


1- A medida que la droga se incorpora en el organismo, se genera un fenómeno biopsicológico denominado tolerancia: las células se adaptan y se acostumbran a funcionar con drogas. El adicto siente intensa necesidad de la droga y se altera cada vez más cuando se ve privada de ella. Utiliza cualquier medio para obtenerla.


2- El adicto se vuelve cada vez más tolerante a la droga y debe aumentar la dosis progresivamente para producir los mismos efectos que al principio. De esta manera se va generando una dependencia física.


3- En la mayoría de los casos el adicto se torna dependiente de la sustancia, a tal punto que la suspensión repentina de la misma produce síntomas de abstinencia (igual que el alcohólico). El uso prolongado de la droga ocasiona cambios fisiológicos del sistema nervioso que llevan a su deterioro. Las células del tejido nervioso (neurona) no se regeneran. La droga produce la muerte de dichas células, por lo tanto el daño neurológico es irreversible.


4- En última instancia, el drogadicto, la sociedad o ambos, sufren sus efectos.

                      

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